LA HERRADURA (1ª parte)

Como todos los años por el mes de septiembre, me reuno con la familia y realizamos un viaje de buceo por los mejores lugares de la península.
Este año nos decidimos por un destino al que le tenia muchas ganas y del que tenía no pocas referencias buenas. Se trata de una pequeña bahía en la costa tropical de Granada "La Herradura", esta bahía se encuentra delimitada por La Punta de la Mona al este y el Peñon de Cerro Gordo al oeste.
Desde el momento en que nos sumergimos quedo sorprendido como tras una cortina de visibilidad turbia y con gran cantidad de partículas , se va mostrando el magnifico y espectacular arrecife del lugar. Rocas tapizadas de un naranja intenso (astroides calycularis) que le proporcionan un toque exótico que abraza un abundante y variado ecosistema mediterráneo. Especies tan difíciles de encontrar en otros lugares aquí se nos presentan constantemente.
Ha sido un viaje que nos ha deparado varias sorpresas y con el que disfrute mucho desde la primera inmersión.  Una vez más intento traerme parte de mis experiencias vividas allí a través de mis imágenes , esta vez dividas en tres partes o entradas.

PETER VON DANZIG

Sin rumbo marcado, salimos de Portocolom buscando fragmentos hundidos de historia , pequeños restos que quedan eternizados en las profundidades. 

Mientras disfrutábamos de un corto, pero intenso trayecto en barco acompañados de una soleada tarde en la isla , el patrón del barco nos cuenta brevemente lo que fue este pecio antaño...Velero de contrabando que llego a la costa y quedo encallado durante un tiempo. Advertidos de los posibles peligros  de este para los habitantes de la zona, decidieron remolcarlo. A medio camino este se fragmento y se perdió en el azul.

Su destino le tenía reservado pasar a mejor servicio. Perpetuarse y formar parte del mundo marino. Con los años el azul lo haría suyo y sus habitantes poblarían sus reliquias.

Era el momento de iniciar el viaje, abrazados por cierto misterio y arrastrados por la emoción de lo nuevo por conocer, emprendimos el descenso,  27 m a un fondo arenoso, mientras descendíamos éramos atrapados por  una silueta oscura, que poco a poco mostraba su verdadera cara. 

Finalmente nos situamos en el esqueleto de lo que algún día fue este velero. Sus nuevos tripulantes eran diversas especies que formaban una amplia y variada comunidad. 

Una estructura comandada por un grupo de morenas que salían a curiosear nuestra "extraña" visita, seguida de ermitaños que circulaban por la superficie del barco como si de vigilantes se trataran, castañuelas, cantaras, mojarras todas ellas transitaban por todo su alrededor creando riqueza y vida en este peculiar arrecife. 

La mano del ser humano de manera casual, por accidente y casi sin quererlo en ocasiones crea ecosistemas capaces de atraer vida y producirla... La propia naturaleza sabe sacarle partido y nos devuelve el favor que un día sin saber le hicimos.